me siento
ante la hoja en blanco;
comienzo a escribir;
arrojo las palabras
con violencia;
como pedradas en una lapidación;
como si tanta blancura me pusiera agresivo;
nervioso;
inquieto.
la tinta me obedece;
no se sale del guión por mi establecido;
empieza a violar dicha blancura impoluta;
que ahora
no me mira tan desafiante;
que entiende
su predecible derrota;
ya no sonríe.
estas palabras son heridas profundas;
van marcando su cuerpo de cicatrices,
nacen
una
tras
otra;
se lanzan a la batalla
con la determinación de un kamikaze;
para regalarme esta victoria;
este instante en la eternidad;
que es mío
solo mío
y
ahora
es
tuyo.
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