El repetitivo e
inalterable tic tac del reloj,
el mudo silencio de la
paredes,
la callada presencia de
una tela de araña en el techo,
la vida suspendida del
libro cerrado,
las sombras inertes que
nacen de la luz,
el sonido del motor de
la nevera,
la cama, caliente donde
me encuentro, fría donde habita la nada.
El frío abrazo de las
sabanas,
la botella vacía,
la foto que me mira
desde el pasado,
las colillas en el
cenicero,
las cortinas que me
ocultan del mundo,
el abrigo tirado en
suelo,
el grifo que gotea en
el baño,
el teléfono mudo,
las pelusas bajo
la cama,
una caja de condones
sin abrir,
unas monedas en la mesa.
Y la noche,
cayendo como un telón.
Aunque,
por mucho que lo
intento
no consigo
oír los aplausos
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